Fantasías by AA. VV

Fantasías by AA. VV

autor:AA. VV. [AA. VV.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1981-12-31T16:00:00+00:00


El pistolero

STEPHEN KING

Stephen King se ha hecho famoso como autor de una serie de best-sellers en el género de la novela fantástica. Sin embargo, es probable que no haya escrito nunca un relato breve tan sugerente como éste de… ¡hum…! ¿Pistola y brujería?

I

El hombre de negro huyó a través del desierto, y el pistolero le siguió.

El desierto era la apoteosis de los desiertos, inmenso, extendido bajo el cielo muchos parsecs en todas direcciones, según parecía. Blanco, cegador, árido, sin punto de referencia alguno, a no ser el distante y nebuloso perfil de las montañas lejanas, recortado contra el horizonte, y los matojos de la hierba del diablo, que traía los sueños dulces, las pesadillas, la muerte. De vez en cuando, una señal marcaba el emplazamiento de una tumba, pues antaño, la trocha abierta en la gruesa costra alcalina había sido camino real, recorrido por los coches de línea. El mundo había cambiado desde entonces. El mundo se había vaciado.

El pistolero, imperturbable, avanzaba sin darse prisa, pero también sin perder el tiempo. Llevaba un pellejo de agua cruzado sobre el cuerpo, como una enorme salchicha. Estaba casi lleno. Tras recorrer el jef durante muchos años, había alcanzado el quinto nivel. A partir del séptimo o el octavo, no habría sentido la sed; se habría limitado a contemplar la deshidratación de su propio cuerpo con atención fría y clínica, para suministrar agua a sus anfractuosidades y oscuras oquedades interiores sólo cuando la lógica se lo dictase. Pero no estaba en el séptimo ni en el octavo, sino sólo en el quinto. De manera que tenía sed, aunque no se apresuraba demasiado a beber. En cierto modo, aquello le agradaba. Era romántico.

Debajo del odre llevaba sus pistolas, perfectamente equilibradas para el pulso de sus muñecas. Los dos cinturones cruzados por encima de la entrepierna, las pistoleras tan bien engrasadas que ni siquiera aquel sol de justicia lograría resecarlas. Las culatas de las pistolas eran de madera de sándalo, amarilla y de grano finísimo. Las pistoleras, atadas a las piernas con tiras de cuero, oscilaban pesadamente junto a sus caderas. El metal de los cartuchos insertados en las cananas lanzaba guiños y destellos a los rayos del sol. Los cueros rumoreaban con leves crujidos, pero las pistolas no hacían ruido alguno. Aunque habían derramado sangre en otras ocasiones. No era necesario hacer ruido en medio del desierto.

Sus ropas tenían el color indefinido de las lluvias y del polvo. Llevaba el cuello de la camisa desabrochado, y se cerraba haciendo lazo con los extremos colgantes de un tirilla de cuero, enhebrada a través de unos ojales hechos a mano. Los pantalones eran de una lona fuerte, sin ninguna marca en especial.

Abordó la pendiente suave de un cerro (que no duna, porque allí no había arena; el desierto era de roca viva, y ni siquiera los vendavales que se levantaban al anochecer lograban levantar otra cosa sino un polvillo áspero, molesto y picante) y vio a sotavento, del lado opuesto de la dirección del ocaso, las cenizas, esparcidas a puntapiés, de una diminuta hoguera.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.